Cómo manejar un conflicto inmobiliario
Por: Lic. J. Eduardo Tapia Zuckermann
El derecho, como disciplina, tiene a la lógica como una de sus herramientas esenciales. Muchas de las premisas del derecho se basan en argumentos que forman la tesis, antítesis y síntesis del argumento, en concordancia con el modelo dialéctico hegeliano.
De esta forma, podemos agrupar la problemática, entre el cliente y el proveedor, en tres grandes rubros: 1) conflictos previos a la construcción de un producto inmobiliario, que normalmente atañe a la fase de la contratación en sí; 2) conflictos durante la etapa de construcción, que normalmente se refieren a retrasos en obra y a la mala calidad de los materiales empleados; y 3) conflictos posteriores a la entrega del bien inmueble adquirido o que se hicieron aparentes durante el recorrido de entrega. Aquí podemos incluir aquellos considerados como vicios ocultos que atañen a temas de garantía.
Ahora bien, si el conflicto no puede conciliarse entre las partes, surge la necesidad de que profesionales en soluciones de conflictos, léase abogados, árbitros o bien mediadores, tomen manos en el asunto. En algunos estados de México, ya están certificados para que intervengan en la solución de dichos conflictos.
No todo problema se arregla – ni es recomendable que se arregle – en los tribunales y siempre se debe buscar una conciliación previa, tanto por los costos como por el tiempo de resolución. La carga procesal que existe en los tribunales debido a la reciente pandemia de la Covid-19, además del rezago histórico de expedientes en los tribunales, nos obliga a pensar en otros métodos para arribar a una solución negociada y pactada.
La previsión de conflictos es una tarea fundamental del asesor jurídico al establecerse, desde el inicio, una relación de negocios entre el adquirente de un determinado inmueble y el vendedor respectivo. Si, por ejemplo, la relación empieza a partir de un contrato bien redactado que contemple penalidades factibles de aplicación en caso de incumplimiento por alguna de las partes, al menos existen las bases para que en caso de retraso en obra, faltantes en los materiales empleados o vicios ocultos haya una manera de presionar directamente al desarrollador o vendedor.
Lamentablemente, los conflictos son inevitables, pero en la medida que, en primer término, se realice una auditoría legal de compra correcta, se contrate con un desarrollador serio, es decir, ya sea uno que haya entregado inmuebles satisfactoriamente en el pasado, de los cuales se pueda pedir referencia, o bien, si es un novel, que se pueda revisar su currículum y referencias comerciales, y exista un contrato sólido se habrán sentado las bases para una resolución práctica de los conflictos que invariablemente surgirán.
El derecho, como disciplina, tiene a la lógica como una de sus herramientas esenciales. Muchas de las premisas del derecho se basan en argumentos que forman la tesis, antítesis y síntesis del argumento, en concordancia con el modelo dialéctico hegeliano.
De esta forma, podemos agrupar la problemática, entre el cliente y el proveedor, en tres grandes rubros: 1) conflictos previos a la construcción de un producto inmobiliario, que normalmente atañe a la fase de la contratación en sí; 2) conflictos durante la etapa de construcción, que normalmente se refieren a retrasos en obra y a la mala calidad de los materiales empleados; y 3) conflictos posteriores a la entrega del bien inmueble adquirido o que se hicieron aparentes durante el recorrido de entrega. Aquí podemos incluir aquellos considerados como vicios ocultos que atañen a temas de garantía.
Ahora bien, si el conflicto no puede conciliarse entre las partes, surge la necesidad de que profesionales en soluciones de conflictos, léase abogados, árbitros o bien mediadores, tomen manos en el asunto. En algunos estados de México, ya están certificados para que intervengan en la solución de dichos conflictos.
No todo problema se arregla – ni es recomendable que se arregle – en los tribunales y siempre se debe buscar una conciliación previa, tanto por los costos como por el tiempo de resolución. La carga procesal que existe en los tribunales debido a la reciente pandemia de la Covid-19, además del rezago histórico de expedientes en los tribunales, nos obliga a pensar en otros métodos para arribar a una solución negociada y pactada.
La previsión de conflictos es una tarea fundamental del asesor jurídico al establecerse, desde el inicio, una relación de negocios entre el adquirente de un determinado inmueble y el vendedor respectivo. Si, por ejemplo, la relación empieza a partir de un contrato bien redactado que contemple penalidades factibles de aplicación en caso de incumplimiento por alguna de las partes, al menos existen las bases para que en caso de retraso en obra, faltantes en los materiales empleados o vicios ocultos haya una manera de presionar directamente al desarrollador o vendedor.
Lamentablemente, los conflictos son inevitables, pero en la medida que, en primer término, se realice una auditoría legal de compra correcta, se contrate con un desarrollador serio, es decir, ya sea uno que haya entregado inmuebles satisfactoriamente en el pasado, de los cuales se pueda pedir referencia, o bien, si es un novel, que se pueda revisar su currículum y referencias comerciales, y exista un contrato sólido se habrán sentado las bases para una resolución práctica de los conflictos que invariablemente surgirán.
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