Crisis en Los Cabos
¿Glorioso o borroso porvenir?
Por: Lic. J. Eduardo Tapia Zuckermann
¿Cómo llegamos a este punto de inflexión? La pregunta acepta varias respuestas, pues no ha sido un único factor el que nos ha traído a un plan de zozobra. En primer término, podemos afirmar que Los Cabos ha sido víctima de su propio éxito y, tal y como sucede con un tesoro que se descubre en un predio en breña, acaba por disiparse.
Después de varios lustros de años prodigiosos para el destino, que inició con las primeras expropiaciones en favor del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) hace casi cincuenta años – a mediados de la ya lejana década de los setenta del siglo pasado –, vemos importantes grietas que amenazan no sólo la viabilidad del destino sino sus mismos cimientos.
La escena ya se vio en otros destinos con vocación turística en México y, a la manera de Giambattista Vicco, el ciclo histórico de decadencia se repetirá en Los Cabos si no hay un cambio de timón urgente, pero a la vez razonado y consensado. ¿Podremos evadir la suerte que siguió al crecimiento voraz de Acapulco, Mazatlán, Cancún y Puerto Vallarta? Lo dudo, pero aquí plasmamos algunas ideas iniciales que podrían guiar una discusión seria y con ello sortear la problemática que ya se ciñó sobre Los Cabos.
Los dos temas prioritarios: I) seguridad ciudadana y estado de derecho, y II) agua y alcantarillado, se encuentran desarrollados a continuación. Los otros tres temas: III) infraestructura y servicios públicos, IV) política y gobierno, y V) relaciones internacionales y vocación social, se desarrollarán en la siguiente entrega.
I.- Seguridad ciudadana y estado de derecho: Los Cabos cuenta ya con más de cuatrocientos mil habitantes, es el centro urbano con mayor población en el estado, y recientemente rebasó por primera vez en la historia a la capital, La Paz, en este rubro.
¿Cómo maniobrar los retos que implica esta crecida poblacional? En primer término, sería atender el importante rezago que existe en la infraestructura policial y la incorporación de nuevos ministerios públicos con mayor preparación y salarios para evitar la tentación corruptora del dinero ofrecido indebidamente por las partes.
En segundo lugar, se deben integrar las diferentes regiones de Los Cabos con tecnología que permita un flujo más eficiente y expedito. Esto atañe también su coordinación con La Paz, nuestro único municipio colindante.
Finalmente, contratación de personal que haya calificado invariablemente y sin excusas los exámenes de control y confianza. Nuevamente, aquí el presupuesto será un factor importante y que podrá ser estatal, municipal o, en lo que respecta a los programas de apoyo, federal. La policía de Los Cabos actualmente sufre de una percepción negativa de la población por la corrupción que ha permeado hondamente en la institución.
II.- Agua y alcantarillado: Desde el año 2000, diferentes gremios profesionales expresaron que la cuenca de Los Cabos y el desierto habían llegado al límite de cuartos hoteleros sin que hubiese regresión en los niveles hídricos. Veintitrés años después la profecía se está cumpliendo ominosamente.
Los Cabos pudo aguantar todos estos años gracias a la nobleza de su gente, la apertura generosa de cartera privada, y en alguna medida del erario bien enfocado, su extensión superficial, temporadas de lluvias más benévolas y la construcción de plantas de tratamiento y desaladoras que permitieron albergar más hoteles y campos de golf que la prudencia hubieran dictado.
Fonatur ya no planea, administra lo que se planeó hace medio siglo.
¿Cómo puede un plan anquilosado congeniar con el plan de 2040, más ambicioso, pero sin métricas realistas? Los tandeos por falta de agua, pues una población de cerca de medio millón nunca se contempló para la zona, no podrán sostener un crecimiento como el que sigue experimentando la región. Aunque somos aún la región próspera del sueño americano para México, si el estado mexicano no inyecta recursos similares a los proyectos faraónicos del presente sexenio, el destino no podrá seguir su curso ascendente.
Nuestro excelente clima y ubicación geográfica no podrán capotear la escasez de agua y el turismo, principal generador de recursos regionales, invariablemente disminuirá de manera drástica. Parte relacionada de esta problemática es la falta de un alcantarillado acorde con el volumen que la actual población demanda. Traemos ya una década de atraso, por lo menos, en ese rubro, pero como estas obras no son espectaculares, por ende, los gobiernos, sobre todo municipales, han preferido patear el bote.
Apreciamos por medio de estas breves líneas que el futuro de Los Cabos está lleno de nubarrones cada vez más cargados de problemas coyunturales y de estructura. ¿Seremos capaces los cabeños, adoptados u oriundos, capaces de sobreponernos a esta problemática?
Cada año nuevo contiene cenizas y semillas.
¿Cómo llegamos a este punto de inflexión? La pregunta acepta varias respuestas, pues no ha sido un único factor el que nos ha traído a un plan de zozobra. En primer término, podemos afirmar que Los Cabos ha sido víctima de su propio éxito y, tal y como sucede con un tesoro que se descubre en un predio en breña, acaba por disiparse.
Después de varios lustros de años prodigiosos para el destino, que inició con las primeras expropiaciones en favor del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) hace casi cincuenta años – a mediados de la ya lejana década de los setenta del siglo pasado –, vemos importantes grietas que amenazan no sólo la viabilidad del destino sino sus mismos cimientos.
La escena ya se vio en otros destinos con vocación turística en México y, a la manera de Giambattista Vicco, el ciclo histórico de decadencia se repetirá en Los Cabos si no hay un cambio de timón urgente, pero a la vez razonado y consensado. ¿Podremos evadir la suerte que siguió al crecimiento voraz de Acapulco, Mazatlán, Cancún y Puerto Vallarta? Lo dudo, pero aquí plasmamos algunas ideas iniciales que podrían guiar una discusión seria y con ello sortear la problemática que ya se ciñó sobre Los Cabos.
Los dos temas prioritarios: I) seguridad ciudadana y estado de derecho, y II) agua y alcantarillado, se encuentran desarrollados a continuación. Los otros tres temas: III) infraestructura y servicios públicos, IV) política y gobierno, y V) relaciones internacionales y vocación social, se desarrollarán en la siguiente entrega.
I.- Seguridad ciudadana y estado de derecho: Los Cabos cuenta ya con más de cuatrocientos mil habitantes, es el centro urbano con mayor población en el estado, y recientemente rebasó por primera vez en la historia a la capital, La Paz, en este rubro.
¿Cómo maniobrar los retos que implica esta crecida poblacional? En primer término, sería atender el importante rezago que existe en la infraestructura policial y la incorporación de nuevos ministerios públicos con mayor preparación y salarios para evitar la tentación corruptora del dinero ofrecido indebidamente por las partes.
En segundo lugar, se deben integrar las diferentes regiones de Los Cabos con tecnología que permita un flujo más eficiente y expedito. Esto atañe también su coordinación con La Paz, nuestro único municipio colindante.
Finalmente, contratación de personal que haya calificado invariablemente y sin excusas los exámenes de control y confianza. Nuevamente, aquí el presupuesto será un factor importante y que podrá ser estatal, municipal o, en lo que respecta a los programas de apoyo, federal. La policía de Los Cabos actualmente sufre de una percepción negativa de la población por la corrupción que ha permeado hondamente en la institución.
II.- Agua y alcantarillado: Desde el año 2000, diferentes gremios profesionales expresaron que la cuenca de Los Cabos y el desierto habían llegado al límite de cuartos hoteleros sin que hubiese regresión en los niveles hídricos. Veintitrés años después la profecía se está cumpliendo ominosamente.
Los Cabos pudo aguantar todos estos años gracias a la nobleza de su gente, la apertura generosa de cartera privada, y en alguna medida del erario bien enfocado, su extensión superficial, temporadas de lluvias más benévolas y la construcción de plantas de tratamiento y desaladoras que permitieron albergar más hoteles y campos de golf que la prudencia hubieran dictado.
Fonatur ya no planea, administra lo que se planeó hace medio siglo.
¿Cómo puede un plan anquilosado congeniar con el plan de 2040, más ambicioso, pero sin métricas realistas? Los tandeos por falta de agua, pues una población de cerca de medio millón nunca se contempló para la zona, no podrán sostener un crecimiento como el que sigue experimentando la región. Aunque somos aún la región próspera del sueño americano para México, si el estado mexicano no inyecta recursos similares a los proyectos faraónicos del presente sexenio, el destino no podrá seguir su curso ascendente.
Nuestro excelente clima y ubicación geográfica no podrán capotear la escasez de agua y el turismo, principal generador de recursos regionales, invariablemente disminuirá de manera drástica. Parte relacionada de esta problemática es la falta de un alcantarillado acorde con el volumen que la actual población demanda. Traemos ya una década de atraso, por lo menos, en ese rubro, pero como estas obras no son espectaculares, por ende, los gobiernos, sobre todo municipales, han preferido patear el bote.
Apreciamos por medio de estas breves líneas que el futuro de Los Cabos está lleno de nubarrones cada vez más cargados de problemas coyunturales y de estructura. ¿Seremos capaces los cabeños, adoptados u oriundos, capaces de sobreponernos a esta problemática?
Cada año nuevo contiene cenizas y semillas.
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