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Arena, recurso natural no renovable.

Por: Armando Sánchez Salcido

Arena recurso natural no renovable
La arena, recurso aparentemente abundante, se ha convertido en un punto crítico a nivel mundial.
La arena, recurso aparentemente abundante, se ha convertido en un punto crítico a nivel mundial.
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Con una demanda que supera los 40 mil millones de toneladas anuales, su extracción descontrolada para la construcción y la industria ha desencadenado una crisis que amenaza los ecosistemas terrestres y marinos en todo el mundo. La arena se está usando más rápido de lo que puede reponerse

por procesos geológicos naturales, produciendo daños a los ecosistemas.

El problema se intensifica en regiones costeras como los Cabos, Baja California Sur, donde la extracción de arena de arroyos secos es una práctica común.

Se tiene la falsa creencia de que, con cada temporada de lluvias, los arroyos que la mayor parte del año se mantienen secos, se renuevan al volverse a llenar de este material.

La extracción desmedida de arena ha desencadenado una serie de impactos negativos, tales como erosión del lecho de los arroyos, lo que provoca a su vez la ausencia de sedimentos y que puede causar que el agua fluya con mayor fuerza, erosionando el lecho y las riberas. Esta situación se traduce en pérdida de hábitats y cambios en la topografía del arroyo. Así mismo, la falta de sedimentos puede afectar la biodiversidad del ecosistema marino.

Muchas especies de peces y otros organismos acuáticos dependen de los sedimentos para refugio, reproducción y alimentación. La eliminación de estos sedimentos puede alterar significativamente la cadena alimentaria y reducir la biodiversidad.

Los sedimentos tienen un papel crucial en la retención de agua en el lecho de los arroyos y su capacidad para recargar los acuíferos subterráneos. La extracción de arena puede reducir esta capacidad, lo que afecta el ciclo del agua en la región y aumenta la vulnerabilidad a la sequía.

Otro impacto negativo, de este proceso extractivo, es la modificación y pérdida de playas. La arena que cada temporada de lluvias es arrastrada al fondo del mar, por efecto del oleaje, nutre las playas con nuevo material pétreo en un ciclo constante.

La pérdida de arena en las playas afecta a miles de especies de animales que viven en ellas o que las utilizan para su reproducción.

Con este panorama crítico, es urgente adoptar medidas para abordar esta problemática a nivel local y global.

En primer lugar, se requiere una regulación más estricta y una gestión adecuada de la extracción de arena. Establecer límites claros en la cantidad de arena que puede extraerse, así como períodos y zonas de extracción designadas.

La monitorización ambiental en los Cabos permitiría evaluar los impactos locales y ajustar las políticas en consecuencia.

Para poder evaluar el impacto ecológico de la sobreexplotación de arena se requiere hacer estudios hidrológicos, análisis de la calidad del agua, estudios sobre la biodiversidad, estudios geológicos., evaluación de impacto en las playas y costas y análisis de emisiones y energía, entre muchos otros.

Llevar adelante estas acciones de regulación y prevención, cuando menos en Los Cabos, se antoja poco menos que imposible, a raíz de los brutales recortes presupuestarios que han tenido la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales, (SEMARNAT) y la Comisión Nacional del Agua, (CNA) dependencias federales encargadas de regular estas actividades extractivas. Hasta donde se sabe, en nuestra localidad no existe un programa integral para el manejo responsable de la extracción de este recurso natural.

La crisis mundial de la extracción de arena demanda acciones inmediatas a nivel global y local. Solo a través de regulaciones más estrictas, el monitoreo ambiental constante y la promoción de alternativas, se podrá preservar este recurso natural limitado y proteger los ecosistemas para las generaciones futuras.

Nos estamos acabando el planeta.

Con una demanda que supera los 40 mil millones de toneladas anuales, su extracción descontrolada para la construcción y la industria ha desencadenado una crisis que amenaza los ecosistemas terrestres y marinos en todo el mundo. La arena se está usando más rápido de lo que puede reponerse

por procesos geológicos naturales, produciendo daños a los ecosistemas.

El problema se intensifica en regiones costeras como los Cabos, Baja California Sur, donde la extracción de arena de arroyos secos es una práctica común.

Se tiene la falsa creencia de que, con cada temporada de lluvias, los arroyos que la mayor parte del año se mantienen secos, se renuevan al volverse a llenar de este material.

La extracción desmedida de arena ha desencadenado una serie de impactos negativos, tales como erosión del lecho de los arroyos, lo que provoca a su vez la ausencia de sedimentos y que puede causar que el agua fluya con mayor fuerza, erosionando el lecho y las riberas. Esta situación se traduce en pérdida de hábitats y cambios en la topografía del arroyo. Así mismo, la falta de sedimentos puede afectar la biodiversidad del ecosistema marino.

Muchas especies de peces y otros organismos acuáticos dependen de los sedimentos para refugio, reproducción y alimentación. La eliminación de estos sedimentos puede alterar significativamente la cadena alimentaria y reducir la biodiversidad.

Los sedimentos tienen un papel crucial en la retención de agua en el lecho de los arroyos y su capacidad para recargar los acuíferos subterráneos. La extracción de arena puede reducir esta capacidad, lo que afecta el ciclo del agua en la región y aumenta la vulnerabilidad a la sequía.

Otro impacto negativo, de este proceso extractivo, es la modificación y pérdida de playas. La arena que cada temporada de lluvias es arrastrada al fondo del mar, por efecto del oleaje, nutre las playas con nuevo material pétreo en un ciclo constante.

La pérdida de arena en las playas afecta a miles de especies de animales que viven en ellas o que las utilizan para su reproducción.

Con este panorama crítico, es urgente adoptar medidas para abordar esta problemática a nivel local y global.

En primer lugar, se requiere una regulación más estricta y una gestión adecuada de la extracción de arena. Establecer límites claros en la cantidad de arena que puede extraerse, así como períodos y zonas de extracción designadas.

La monitorización ambiental en los Cabos permitiría evaluar los impactos locales y ajustar las políticas en consecuencia.

Para poder evaluar el impacto ecológico de la sobreexplotación de arena se requiere hacer estudios hidrológicos, análisis de la calidad del agua, estudios sobre la biodiversidad, estudios geológicos., evaluación de impacto en las playas y costas y análisis de emisiones y energía, entre muchos otros.

Llevar adelante estas acciones de regulación y prevención, cuando menos en Los Cabos, se antoja poco menos que imposible, a raíz de los brutales recortes presupuestarios que han tenido la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales, (SEMARNAT) y la Comisión Nacional del Agua, (CNA) dependencias federales encargadas de regular estas actividades extractivas. Hasta donde se sabe, en nuestra localidad no existe un programa integral para el manejo responsable de la extracción de este recurso natural.

La crisis mundial de la extracción de arena demanda acciones inmediatas a nivel global y local. Solo a través de regulaciones más estrictas, el monitoreo ambiental constante y la promoción de alternativas, se podrá preservar este recurso natural limitado y proteger los ecosistemas para las generaciones futuras.

Nos estamos acabando el planeta.

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