El reciente fortalecimiento del dólar, medido a través del índice DXY, se explica por el debilitamiento de sus principales contrapartes internacionales. Tanto el euro como la libra se han visto afectados por débiles cifras de PMI, especialmente en Reino Unido y la Eurozona, lo que ha beneficiado a la divisa estadounidense. El PMI compuesto de la Eurozona, por ejemplo, cayó a su nivel más bajo desde enero, con una contracción en el sector manufacturero que se extiende ya por 18 meses consecutivos. Este contexto global genera una presión considerable sobre el peso mexicano, aunque las cifras de inflación local y la política monetaria de Banxico han actuado como amortiguadores clave.

A pesar de las dificultades externas, la economía mexicana ha mostrado signos de fortaleza, con una expansión económica del 3.8% anual en julio. Este crecimiento ha sido impulsado principalmente por el sector primario, con un aumento del 16.7% en la actividad agrícola, lo que refleja la importancia de este sector en la recuperación económica del país. No obstante, la mirada está puesta en la próxima reunión de Banxico, donde se espera un recorte de tasas de 25 puntos base, lo que podría generar una mayor estabilidad en el tipo de cambio frente al dólar.

Por otro lado, el mercado estadounidense sigue mostrando resiliencia, con un crecimiento sólido en su sector de servicios, lo que refuerza la demanda del dólar a nivel internacional. Sin embargo, los datos de manufactura continúan mostrando debilidad, un factor que podría influir en las decisiones de política monetaria de la Reserva Federal en el corto plazo.