Una de las mayores ventajas de este sistema es su bajo impacto ambiental. La tierra utilizada se extrae generalmente del mismo sitio donde se construirá, reduciendo significativamente la huella de carbono asociada al transporte de materiales. Además, estos muros no requieren grandes cantidades de cemento ni otros materiales industrializados, lo que disminuye su dependencia de recursos no renovables.

Desde el punto de vista térmico, los muros de tierra compactada son un aliado clave en climas cálidos como el de Baja California Sur. Gracias a su densidad, funcionan como un aislante natural, manteniendo los interiores frescos durante el día y cálidos por la noche. Esto no solo mejora el confort de los espacios, sino que también reduce la necesidad de sistemas de climatización, generando un ahorro energético considerable.

Otro aspecto a destacar es la estética única que ofrecen. Los muros presentan un acabado natural, con colores y texturas que reflejan el entorno del lugar. Cada muro es una pieza irrepetible, lo que aporta un carácter distintivo a los proyectos arquitectónicos.

Sin embargo, construir con tierra compactada también implica ciertos retos. La técnica requiere de mano de obra capacitada para garantizar la correcta compactación y resistencia del muro. Además, es fundamental realizar estudios previos del terreno para asegurar que el tipo de suelo sea adecuado para este sistema.