Enclavada en un rincón apacible de Santiago, Baja California Sur, La Casa de los Pájaros es más que un lugar para hospedarse: es un santuario de paz, naturaleza y tradición. Este espacio, creado con amor y dedicación por Martha Olvera, refleja su conexión profunda con la cultura huichol y su compromiso con el medio ambiente.

Una casa con historia y significado

Martha Olvera, una mujer entrañable y querida en la comunidad, comparte que su proyecto nació de un mandato espiritual. Durante una ceremonia huichol, un marakame, o cantor de la lluvia, le pidió que sembrara frutales como parte de una tradición sagrada. “Esto es la presencia de la tradición huichol. Ellos me entregaron este propósito, y aquí estoy, cumpliendo ese mandato con maíz y árboles frutales como símbolo de esa cultura que ustedes conocen”, relata Martha con emoción.

El nombre de La Casa de los Pájaros no es casualidad. Este terreno, que alguna vez estuvo vacío y sin vegetación, se transformó gracias a la visión de Martha. “Aquí no había un solo árbol”, comenta, “pero los pájaros pidieron casa, y nosotros se las dimos. Los árboles son sus hogares”.

Hoy, el lugar está rodeado de áreas verdes que no solo son hogar para las aves, sino también un espacio donde los visitantes pueden disfrutar de caminatas, llenarse de energía con el canto de las aves y reconectar con la naturaleza.

Un refugio para el alma

La Casa de los Pájaros no solo ofrece comodidad con sus habitaciones acogedoras, sino también un ambiente tranquilo que invita al descanso y la reflexión. “Esta es su pobre casa”, dice Martha con humildad y una sonrisa, “dije de broma porque no es pobre ni es suya, es de los pájaros”.

El objetivo de Martha es claro: seguir sembrando árboles para fortalecer este paraíso natural. Su labor no solo beneficia a la fauna local, sino que también deja un legado de vida y respeto por el medio ambiente.

Para quienes buscan un lugar donde la cultura, la naturaleza y la tranquilidad se entrelacen de forma única, La Casa de los Pájaros es un destino imperdible. Aquí, cada árbol y cada canto de ave cuentan una historia que resuena en el alma.