Las ciudades horizontales son de las más demandadas por nuestras comunidades y familias de forma histórica por sus los amplios espacios y su independencia en ubicación. Ante la urgente necesidad de preservar los espacios verdes, el modelo de ciudad se ha modificado.

La construcción desmedida de casas, apartamentos y centros comerciales ha desembocado en que la tierra sea más escasa. Esta escasez ha provocado un aumento en el precio de adquisición de un terreno.

Las grandes ciudades horizontales con su crecimiento urbano desmedido y desordenado han desencadenado una problemática de infraestructura, conectividad y altos niveles de contaminación.

La parte alarmante hacia el futuro, es que cada vez seremos más con menos territorio. Hay que densificar y aumentar el índice de espacio público. En nuestra actualidad, hay familias numerosas y viviendas pequeñas, lo cual genera conflictos intrafamiliares que, desde hoy con una buena planeación, se podrían evitar.

En contraste, ciudades más pequeñas que quieran seguir con esa tendencia horizontal lo hace imposible por la misma falta de infraestructura, ocasionando comunidades con más faltantes de servicios y condiciones complejas para vivir dentro de ellas. El costo de la vivienda se incrementa a causa de la interacción de factores relacionados con la dotación de servicios, equipamiento e infraestructura dentro de las zonas urbanas, desencadenando aumentos para la construcción y mantenimiento de infraestructura vial, así como las instalaciones pluviales, de alcantarillado y de electrificación.

Ampliar la mancha urbana es muy costoso para los gobiernos, es mucho más fácil regenerar y densificar las ciudades. En los últimos 30 años, en ciudades de nuestro país donde se duplicó y en algunos casos triplicó la mancha urbana, está costando demasiado otorgar servicios, ya que no hay presupuesto para poder seguir ampliando nuestras ciudades.

La imagen de la ciudad horizontal está desapareciendo para convertirse en el reflejo de nuestro afán por llegar al cielo. El objetivo de esta remodelación de las ciudades es ofrecer mejores condiciones de vida a sus habitantes, reducir la contaminación ambiental, además de los tiempos de desplazamiento y mejorar la calidad de servicios.

Como conclusión, nuestros gobiernos deben de interesarse en el largo plazo de los crecimientos de nuestras ciudades por que estas no solo impactarán en la vida diaria de todos sus habitantes, sino también en el beneficio de una mejor planeación en infraestructura, generándoles ahorro en millones de pesos para bien del mismo objetivo, además del menor impacto ecológico como un bien adicional para el territorio nacional y mundial.

Nuevas generaciones lo comprenderán mejor y sin duda también lo resolverán.