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Movilidad en BCS

Por: Ing. Ricardo Reyes

La concepción de la movilidad y su significado trascienden en su esencia más elemental. Se refiere, en términos incuestionables, a la facultad inherente al ser humano de transitar con absoluta libertad dentro de un marco espacial definido. Dentro del ámbito del urbanismo, la movilidad se configura como la capacidad que ostentamos para desplazarnos en el entorno de nuestros espacios públicos, englobando así a peatones, ciclistas, automóviles particulares y de carga, entre otros actores fundamentales. Cabe destacar que todos somos partícipes indisolubles de esta danza de movimientos, y en naciones en vías de desarrollo o en aquellos territorios catalogados como tercermundistas, la complejidad inherente a la movilidad se acrecienta de manera paulatina y persistente debido a las tasas de crecimiento en constante ascenso.

No obstante, México y, en particular, Baja California Sur, no se erigen como excepciones ante esta realidad. El fenómeno de crecimiento desmesurado, carente de toda planificación sistemática, regido por gobiernos carentes de experiencia, voluntad y, en especial, corrompidos y carentes de visión, genera una consternante vorágine. Cuando a esta ecuación se le agrega una comunidad desprovista de responsabilidad y apatía, el desenlace es una concatenación ineludible de accidentes, congestiones vehiculares y lamentables pérdidas humanas. La formulación de esta problemática resulta sumamente sencilla de dilucidar.

 

En el caso específico de Los Cabos, nos encontramos frente a un escenario aún más intrincado. El constante crecimiento, cuyo índice alcanza cifras cercanas al 12% anual, se encuentra enmarcado por la carencia de infraestructura adecuada y una planificación deficiente. Asimismo, los gobiernos permisivos ante la proliferación de vehículos sin registro legal y una ciudadanía que no ha logrado internalizar la importancia de la cultura vial como parte integrante de la solución, agravan aún más el panorama. Por otro lado, las instituciones y dependencias gubernamentales se limitan a un mero desempeño mediático, careciendo de la voluntad y el ímpetu necesarios para llevar a cabo las acciones requeridas. Este desinterés y falta de acción propicia el estancamiento durante largos años de aquellos proyectos que, en casos excepcionales, logran ver la luz.

 

En ocasiones, el criterio parece ser insuficiente para que los líderes de primer nivel comprendan las necesidades inherentes a cada entidad. Este fenómeno se replica incluso en entidades como la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT), anteriormente conocida como SCT. Su dependencia en fondos federales para la ejecución de programas de conservación o proyectos resulta evidente, no obstante, se vislumbra una preocupante falta de interés y capacidad en el ámbito de la planificación. Este fenómeno puede atribuirse, en gran medida, a la presencia de directivos y coordinadores que ostentan sus posiciones únicamente para cumplir con una función decorativa, en lugar de salvaguardar el interés de la comunidad y la sociedad en su conjunto. Es lamentable constatar la escasa dedicación que se le otorga a esta problemática, y aunque no recae exclusivamente en sus manos la resolución de la misma, su competencia y habilidades de gestión y planificación dejan mucho que desear. Basta con observar los logros alcanzados en naciones de primer orden, donde los desafíos se abordan con enfoques completamente distintos y eficaces.

 

El estado de Baja California Sur, y en particular Los Cabos, se perfilan como escenarios dinámicos que demandan soluciones disruptivas, innovadoras y audaces. Aquí se ha demostrado que, cuando se logran obtener resultados positivos, estos emergen como producto de una colaboración conjunta entre el sector privado, los gobiernos y las diversas dependencias involucradas. En un destino turístico con un nivel de crecimiento tan sobresaliente como el nuestro, la participación de todos los actores resulta ineludible.

 

Afortunadamente, nos encontramos en una coyuntura temporal y contextual propicia para actuar de manera oportuna y adecuada. No podemos permitirnos dilaciones ni vacilaciones en este sentido. Debemos comprender que la movilidad constituye un componente fundamental de la calidad de vida de nuestra comunidad y un factor determinante para el desarrollo sostenible de nuestra región. Ha llegado el momento de asumir nuestra responsabilidad colectiva y trabajar en pro de soluciones integrales y visionarias que garanticen una movilidad eficiente, segura y respetuosa con el entorno. Solo a través de un compromiso sincero y una acción decidida lograremos forjar un futuro en el que la movilidad sea un pilar de progreso y bienestar para todos.

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