Este artículo no hablará de los otros, hablará de un nosotros como base para reflexionar en la sustentabilidad como un momento inevitable en la historia de la humanidad.

El sistema en que vivimos en el mundo globalizado como es actualmente, a dejado de ser sostenible y ha entrado en un estado tal de inestabilidad que para no colapsarse se ve obligado a cambiar.

La historia de la humanidad ha sido una sucesión de razones impuestas. Hoy el mundo se encuentra en extremada tensión producto del desequilibrio interior del ser humano al conceder al dinero el valor del bien supremo y el ansia de su acumulación hace girar una rueda marcada de injusticias contra todos los sistemas de vida.

Necesitamos pasar el capital material el cual tiene límite y se agota, al capital de la conciencia el cual no tiene límites y que se sustenta de la solidaridad, la compasión, el cuidado, la creatividad y la libertad de decidir a través de realidades tangibles que impactan en nuestro entorno.

Nos queda llevar a cabo una revolución del hacer y no del decir, una revolución ética guiada por los principios y valores que sustentan al ser humano finito.

Requerimos de una vida digna para todos, una conversación participativa, transparente y justa, una nueva cultura de cuidado y respeto todo lo que nos rodea de la que formamos parte y estamos en permanente interacción y por lo mismo nos impacta de manera personal.

Debemos valorar la situación de nuestra sociedad con otros ojos, con otros valores que exclusivamente los materiales.

Si nuestro planeta pudiera hablar diría que somos sus huéspedes menos gentiles e inteligentes, hemos destruido en segundos lo que la naturaleza construyó en siglos. Nunca nos hemos puesto de acuerdo para salvarla, no pensamos en que el impacto nos afecta a cada uno de estos inquilinos incómodos.

La pregunta es cómo iniciar un nuevo proceso, cómo modificar el paradigma sobre cómo hacemos las cosas y cómo nos tratamos.

Declaremos nuestra responsabilidad: hemos perdido el respeto a la naturaleza, no nos importa la justicia social y económica, dejamos de tener en cuenta los derechos humanos universales y olvidamos por completo el tener una cultura de paz.

En resumen, perdimos de vista a la familia humana y la comunidad terrestre
La humanidad es parte de este vasto universo evolutivo y la tierra se convirtió en nuestro hogar, es un ente vivo y nos ofreció las condiciones esenciales para la evolución de la vida, pero estas vidas dependen de la preservación de una biosfera saludable con todos sus sistemas ecológicos, toda una variedad de riquezas que hemos menospreciado por el afán del crecimiento material y económico.

Para nuestros ancestros la protección a la vitalidad, la diversidad y la belleza de la tierra eran un deber sagrado.

Existía una conexión profunda con el mundo natural y el compromiso con la protección y conservación de la tierra para el bien de las futuras generaciones de todas las especies, su visión estaba basada en la trascendencia del cuidado del presente por el bien del futuro.

Sustentable es más que un calificativo de desarrollo, es la preservación de ecosistemas, la viabilidad de un desarrollo sin agresión al medio ambiente buscando eliminar la brecha entre ricos y pobres, es el equilibrio del ser humano consigo mismo y lo ético de lo humano.

Los humanos modernos estamos radicalmente separados, nos hemos olvidado de lo valioso que representa el espacio en donde vivimos, hemos perdido nuestras facultades espirituales que son las que nos permiten colaborar en favor de la vida y del medio ambiente.

En nuestra siguiente entrega no te pierdas la segunda parte del valor de la sustentabilidad.