Quizá, los más ortodoxos y amantes del libre mercado podrán afirmar que el Empresario debe concentrarse en acatar su responsabilidad de pagar correcta y oportunamente sus impuestos, así como cumplir con sus obligaciones laborales, ambientales, sanitarias, etc. Con ello, consuma su función dentro de la sociedad y de la economía, y también puede estar tranquilo consigo mismo. Al cumplir con sus obligaciones, el empresario está en todo su derecho de exigir al gobierno (en sus tres órdenes), a sus empleados y a la sociedad en general, que ejerzan sus obligaciones de manera puntual y cabal; así, mantiene un equilibrio entre dar y recibir.

Lo anterior refleja un alto grado de ortodoxia en el actuar y exigir, pero se queda corto en la realidad y en sus posibilidades.

En un país como México ,con enormes carencias de todo tipo, económicas, educativas y civiles, surge la pregunta, el empresario, aquel individuo que ha roto las barreras del status quo; que ha asumido riesgos económicos y personales; que ha vencido el miedo al cambio, a caer en el ridículo e incluso a la pobreza al arriesgar su patrimonio en aras de un sueño que se busca materializar; quien ha decidido liderar un conjunto de ideas, bienes materiales y el esfuerzo de las personas a su cargo; y quien ha llevado el timón de una empresa, sorteando dificultades de toda índole. Ese empresario, ¿debe quedarse tranquilo solo cumpliendo con las responsabilidades que se marcan en la ley, o debe asumir un liderazgo y compromiso más amplio con su entorno y con la sociedad?

No se debe olvidar que la inmensa mayoría de los negocios en México son micro y pequeñas empresas, por lo que sus cabezas son, asimismo, micro y pequeños empresarios, acostumbrados a lidiar con gobiernos mediocres, por decir lo menos, con poca ayuda y estímulos, y con entornos variables que van desde crisis económicas y sanitarias hasta políticas. De ahí la fortaleza de este sector, acostumbrado y educado en una vida de constantes retos y problemas de manera cotidiana.

Por ello, es crucial reconocer que el empresario es un factor de cambio, un elemento imprescindible de nuestro mundo, pues es un individuo que se atreve a transformar y vivir.

Desde mi perspectiva, el empresario debe asumir un papel transformador, no sólo en el entorno económico, sino también en nuestro entorno social. El liderazgo que posee debe abarcar otros ámbitos, desde educar e impulsar al personal que labora con él hasta crear consciencia ciudadana; exigir un buen desempeño de las autoridades gubernamentales, impulsar las acciones medioambientales adecuadas y ser solidario con los grupos marginados que menos tienen. El empresario que abarque estas áreas será más pleno y cumplirá de mejor manera su responsabilidad empresarial y social. No es fácil que seamos conscientes de ello y que realmente se esté convencido de abarcar tanto, pero para mí, el hecho de aplicar los talentos que la vida le brindó al empresario es parte de la misma vida y de estar en plenitud.