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FINANCIAMIENTO PARA LA CONSTRUCCIÓN

Por: Lic. Gabriela Gutiérrez

Cuando hablamos de construcción, encontramos dos grandes rubros: uno destinado a infraestructura o comercios, y otro orientado al desarrollo habitacional.

En el ámbito turístico, la construcción puede abarcar hoteles, restaurantes, obras de infraestructura, plataformas, urbanización, naves industriales, centros comerciales y, en algunos casos, remodelaciones de residencias individuales. Por otro lado, el desarrollo habitacional se refiere a créditos exclusivos para casas o departamentos destinados a fines residenciales y posterior comercialización.

El interés de las instituciones financieras varía según las condiciones económicas. Para tomar la decisión de financiar un proyecto, cada banco o entidad financiera considera factores como el estado del mercado, el apetito por el riesgo y la actividad del sector, entre otros.

En general, se observa un interés activo en financiar a constructores, lo que divide este sector en dos categorías: constructores-desarrolladores (que forman parte de la cadena de suministro de proyectos habitacionales) y constructores puros, que se centran únicamente en la construcción.

Independientemente de la categoría, un constructor siempre requerirá apoyo financiero. Aunque los contratos pueden respaldar la ejecución de una obra contratada, los obstáculos administrativos, la gestión de recursos, el tipo de contrato y la liquidez en general pueden generar demoras. En tales casos, es preferible recurrir al financiamiento en lugar de detener una obra de construcción, con todas las implicaciones que ello conlleva.

Si distinguimos entre los tipos de financiamiento para constructores, encontramos varias alternativas:

1. Crédito puente: Este crédito se otorga para proyectos residenciales específicos, no para empresas en general. Está destinado a la construcción de inmuebles que serán vendidos con fines residenciales. Las instituciones financieras suelen financiar el 100% de los costos de construcción o el 50% del precio final del proyecto. Los fondos se entregan en etapas, y el crédito se liquida con los ingresos de la venta de los inmuebles residenciales.

2. Crédito de proyecto de inversión: Este crédito se otorga a empresas o proyectos que involucran la construcción de inmuebles, como naves industriales, hoteles, centros comerciales, entre otros. El monto se determina y se paga en función del plazo que el cliente requiera, generalmente de 5 a 10 años, y se basa en los flujos de pagos mensuales en un formato de crédito simple.

3. Créditos empresariales: Estos créditos se utilizan para financiar capital de trabajo, inventarios, o la expansión de empresas en funcionamiento. Pueden ser simples, amortizables, a plazo fijo o revolventes, como una tarjeta de crédito. En este caso, se evalúa la empresa en funcionamiento, no solo el proyecto.

4. Factoraje: Cuando una constructora tiene facturas pendientes de cobro, puede acudir a una entidad financiera para descontar o vender los derechos de cobro de esas facturas. La institución proporcionará liquidez a cambio.

5. Arrendamiento puro: Si se desea adquirir activos como maquinaria, flotillas, equipos, etc., se puede recurrir al arrendamiento puro. En este caso, la entidad financiera adquiere el activo, y la empresa que lo utiliza paga una renta por su uso. Al final del plazo, el activo puede ser adquirido nuevamente a un valor residual adecuado.

Para contratar cualquier tipo de crédito, es esencial identificar la necesidad exacta para obtener la herramienta más adecuada que permita el crecimiento en el plazo adecuado y con la cantidad correcta. Cada empresa tiene sus necesidades específicas, por lo que los tipos de crédito pueden combinarse según las circunstancias del negocio.

Todo crédito se evaluará en función del flujo de pagos y las garan`as proporcionadas para el pago del monto total requerido. Los flujos analizados pueden provenir de las operaciones del negocio, facturas pendientes, contratos, aportaciones de socios o terceros, ventas, entre otros. Las garan`as pueden variar desde el aval personal de los accionistas hasta la hipoteca de bienes inmuebles propios o de terceros, o la prenda sobre activos, derechos, acciones u otros valores.

En cuanto a la formalización de los créditos, las empresas pueden ser acreditadas directamente o se puede crear una estructura especial, como fideicomisos. Estos fideicomisos pueden involucrar la participación de varias empresas o personas, y pueden ser acreditados en lugar de hacerlo a las partes de manera individual o conjunta.

En todos los casos de acreditación, es crucial obtener asesoría adecuada. Si es la primera vez que se busca financiamiento, es posible contratar asesores externos para establecer contacto con diversas instituciones financieras y obtener condiciones favorables a través de la competencia. También es recomendable acercarse a una institución de confianza para recibir asesoramiento. Recordemos que una forma efectiva de crecimiento es, sin duda, el apalancamiento financiero.

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