Entre el vano y la neutralidad de las superficies geométricas envolventes, regulares (planos) e irregulares (curvadas, alabeadas, abombadas, torcidas, trozadas, rasgadas, perforadas, etc.), que delimitan la volumetría espacial, se pueden manifestar el silencio y el sonido en la arquitectura como sinónimos de la “Belleza”, concepto que representa uno de los valores estéticos de la plástica del diseño y de las artes visuales.

Ambas cualidades, el vacío y la superficie, personifican, en el lenguaje arquitectónico: el silencio y el sonido de la palabra.

El silencio y/o sonido en el vacío, en conjunción con las superficies, son los ingredientes esenciales que determinan la semántica de la expresión arquitectónica y de su entorno. Por lo que el vano y la superficie en la arquitectura expresan algo distinto y significativo de su imagen en cada contexto al modificarlo y, a su vez, a la arquitectura misma.

En el lenguaje de la arquitectura, el silencio o vacío liga los elementos significativos de una composición. Se utiliza para anunciar la sorpresa de algo nuevo y distinto. A través del sonido y el vacío, se crea el ritmo y/o los acentos a destacar al tomar la fuerza de un sonido que irrumpe y rompe el silencio reinante. Con esta contradicción dialéctica se persigue crear belleza.

El silencio y el vació, en la arquitectura, se convierten en el rompimiento que precede a la sorpresa, a lo nuevo, a lo distinto. El sonido sustituye a la homogeneidad de la neutralidad y la discreción visual de las superficies.

Al ser manejado intencionalmente, El sonido tomará un valor secundario, ya sea de fondo o soporte óptico de los vacíos, pero también puede alcanzar el grado estético de una sublime sutileza presente tras el silencio, en oposición al grito del vano.

En caso de aplicar sonido, en el vacío de los vanos y las superficies o al pie de la arquitectura, sin el propósito deliberado de crear belleza, se corre el riesgo de generar arquitectura con vacíos y superficies de efecto anodino y aburrido, de escaso impacto estético que no provoca ni perturba la emoción ni la razón, dos características que definen filosóficamente la epistemología del arte.

La aplicación de los términos silencio y sonido, en los vacíos y vanos de las superficies envolventes espaciales, representa el descubrimiento, la exploración y la transformación de potentes elementos que se convertirán en la quinta esencia del genoma, en el ADN del diseño de la arquitectura que catapulte, revolucione y retuerce los quizá ya viejos principios de la BAUHAUS y la Arquitectura Moderna de inicios del siglo XX que aún continúan vigentes.

No obstante, los estallidos de contra movimientos y teorías surgidos desde los años sesenta y setenta del siglo pasado, y en las dos décadas del siglo XXI, han intentado alejarse de la filosofía y estética arquitectónica.

A propósito de ello, solo queda recordar la frase de Blaise Pascal; “El corazón tiene razones que la razón no entiende e ignora”.