Los asentamientos humanos tienen sus orígenes en la implementación de la agricultura y la crianza domestica de animales, a partir de los cuales la humanidad modificó su vida errante y se obligó a establecerse en lugares fijos que contaran con los recursos naturales suficientes para su supervivencia, de ahí que, desde entonces, las sociedades y sus civilizaciones han requerido de procesos sustentables y de producción para sus centros de población.

Los humanos, durante el proceso de evolución histórica de su hábitat, han aprovechado las condiciones que ofrece la naturaleza como abrigo y protección para crear sus viviendas temporales. Posteriormente, utilizando los recursos naturales que el entorno les ha proporcionado, crearon materiales para fines habitacionales fijos. De esta manera, cuando la humanidad se sedentarizó, la naturaleza fue el soporte para este acto de manifestación sociocultural, mediante el cual se crearon asentamientos humanos con diferentes expresiones en sus centros de población; caseríos, aldeas, villas, burgos y pueblos, llegado, con el tiempo, hasta las grandes ciudades antiguas, modernas y las metrópolis de hoy en día.

Las ciudades, así como su arquitectura, han evolucionado como resultado de sus propias condiciones sociales, económicas, políticas, culturales e ideológicas, cuyas expresiones históricas se manifestaron en; “ciudades imperiales y teológicas” de la antigüedad, la “ciudad clásica” griega y romana, “la ciudad de dios” del medievo y “la ciudad del Renacimiento”, las cuales, al no contar con regulaciones e ignorar el entorno natural, padecieron diversas epidemias y pestes por razones insalubres, aunque los tratados y manuales de arquitectura ya incluían consejos muy generales e incipientes ordenamientos de las ciudades.

“La Ciudad ideal” Renacentista sería el punto de partida de las próximas “ciudades modernas”, que sucumbirían durante la revolución industrial debido a problemas de sanidad y salud causados por afectaciones ambientales, lo que obligaría a la promulgación de las primeras regulaciones urbanas, antecedentes del ordenamiento territorial urbano-regional determinado por los futuros principios de la planeación y el urbanismo del siglo XX. Durante las primeras décadas de este siglo, surgieron teorías como “Los Tres Establecimientos Humanos”, vivienda, trabajo y circulación, de Le Corbusier, en las cuales aportó la máxima concepción y aportación ecológica de integración a la naturaleza con su propuesta de la “La Ciudad Jardín”, premisas que se consolidan con La Carta de Atenas, en la que se definieron los postulados de la arquitectura y la ciudad moderna. Sin embargo, posteriormente serán cuestionados hasta ser decretados como su fracaso. Debido a ello, al final del milenio fue declarada la muerte de la ciudad y la arquitectura moderna del siglo XX. La arquitectura más controversial, en las recientes décadas, correspondió a las provocadoras publicaciones “Delirious New York” y “Ciudad Genérica”, del premiado Pritsker, Rem Koohaas.

Actualmente la población mundial es de 7700 millones de habitantes, de los cuales, más del 50 % vive en zonas urbanas. Para el año 2050, serán 9700 millones de habitantes y el 70% (3 de cada 4 personas) vivirá en grandes metrópolis, por lo que se percibe una visión apocalíptica del futuro debido a la afectación negativa del impacto ecológico y urbano, ya que, a nivel mundial, en el presente, la arquitectura y la ciudad ofrecen en términos territoriales, ambientales y sociales un entorno natural y urbano desfavorable, dicotómico, distópico que afecta al medio ambiente y la calidad de vida.

Por lo que urgentemente, se requiere proponer e instrumentar políticas y acciones de planeación urbano-regional, así como oxigenar con nuevas opciones para diseñar y proyectar la arquitectura y la ciudad sustentable de las próximas tres décadas a fin de revivir la alternativa y esperanza de salvar, con primeros auxilios, de una patética y dramática situación de extremaunción sin retorno, ante el escenario catastrófico de enfrentarnos a un moribundo planeta.